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Patzcuaro Mexico

PATZCUARO

VIAJES Y TURISMO

Pátzcuaro: montañas y bosques, también un lago inmenso, con islas, habitado. Pátzcuaro: entrada del cielo, dicen algunos, edén michoacano, opinan otros, reducto final de la resistencia indígena, cuenta la historia. Pátzcuaro: sosegado refugio de los nobles purépachas, reducto de fe de los sacerdotes mesoamericanos, atrayente destino para viajeros y andarines cosmopolitas.

Solo hay que recorrer 53 kilómetros desde Morelia, la capital del estado de Michoacán, para descubrir un lugar que seduce por el encanto de sus callecitas empedradas y beldades arquitectónicas del siglo XVI, por la quietud de su lago gigantesco, por el llamado a la memoria de sus monumentales centros arqueológicos y el derroche natural de sus bosques de oyamel, encino y pino.

Rasgos históricos, urbanos y naturales que justifican su denominación de “edén” y de “entrada al cielo”; porque si hay algo que Pátzcuaro conserva desde los tiempos de los señores purépachas o tarascas (un avanzado pueblo mesoamericano) es su semblante afable y apacible, ideal para el descanso y el solaz. Todo un paraíso.

De fuertes raíces prehispánicas, Pátzcuaro (2,137 msnm) fue el último reducto de resistencia indígena en esta parte de México. Ante el avance de los invasores occidentales, los purépachas o tarascos se concentraron en su capital, Tzintzuntzan, una ciudad imponente de plantas mixtas conocidas como yácatas, construcciones que mezclan áreas rectangulares y circulares en una misma plataforma.

En plena resistencia, los españoles enviaron a Cristóbal de Olid para que se reuniera con Tangaxuán II, el último caltzonzin purépacha (gobernante). El encuentro terminó con la traición inexplicable del líder indígena, quien en señal de rendición se arrodilló ante el invasor.

Después del ominoso sometimiento, el lugar de la reunión comenzó a ser llamado desdeñosamente como “el humilladero”. Hay quienes creen que la Capilla del Cristo El Humilladero fue levantada en el sitio exacto donde el caltzonzin purépacha traicionara a su pueblo.

Al ser derrotada la resistencia indígena, los españoles se asentaron en los centros urbanos tarascas, arrasándolos en su desesperada búsqueda de piezas de oro. En 1526, el presidente de la Audiencia, Nuño de Guzmán, sometió a los indígenas a torturas atroces y ordenó el asesinato de Tanganxuán II.

Con la llegada del obispo Vasco de Quiroga, la violencia amainó en Pátzcuaro. El 26 de julio de 1539 fue nombrada como capital de Michoacán (sería reemplazada por Morelia en 1580); por lo que un enjambre de autoridades civiles y eclesiásticas se trasladaría a la floreciente ciudad; entonces, se erigirían las magníficas casonas, templos y plazas que hoy son parte de su encanto colonial.

Décadas de esplendor que llevaron al obispo a emprender un proyecto ambicioso: la construcción de la Catedral más importante de América sobre las bases del templo de la diosa Cueráppari. No lo consiguió, pero el resultado fue una hermosa Basílica, sede catedralicia de Michoacán hasta 1950.

La ciudad de Páztcuaro se extiende en las orillas del lago del mismo nombre. En sus aguas dormidas hay nueve islas, habitadas por pescadores y hábiles artesanos que mantienen vivas las costumbres de sus antepasados, los purépachas o tarascos. Una de las tradiciones más llamativas es el uso de las “redes mariposas”, llamadas así por sus semejanzas con los coloridos lepidópteros.

En los alrededores del lago Pátzcuaro existen importantes zonas arqueológicas, como el observatorio de Ihuatzio (15 kilómetros al noreste de la ciudad); el centro ceremonial de Tingambato (35 kilómetros al oeste) y el complejo urbano de Tzintzutzan (a 7 kilómetros).

Por sus piezas talladas, joyas, bordados a mano y figuras hechas de caña de maíz, Pátzcuaro es considerado el “centro artesanal y cultural” del estado. Una razón más para visitar esta ciudad que presenta un clima semi templado, con 16 grados centígrados de promedio anual, con precipitaciones de junio a octubre.

Ya lo sabe, si quiere encontrar la paz, compartir con gente amistosa y revivir parte de la historia de México, no deje de visitar este rinconcito de Michoacán, con montañas y bosques, y también con un lago, inmenso, con islas, habitado.

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